Por redacción Naucher – 3 de julio de 2023
Los buques de recreo o superyates han sido objeto de duras críticas por su impacto ambiental, a pesar de que la industria representa una pequeña fracción del sector marítimo que, en su conjunto, constituye un 2,6% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI). No obstante, no cabe duda de que, si queremos asegurar la supervivencia del sector, debemos adoptar los acuerdos alcanzados anualmente en las Conferencias de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP), iniciadas en 1995 para abordar el problema del calentamiento global.
En la COP27, celebrada el pasado mes de noviembre de 2022 en Sharm El Sheikh (Egipto), se acordó la creación de un ‘fondo de pérdidas y daños’, que contará con programas basados en el concepto de desarrollo regenerativo y propone reducir la intensidad de carbono (CI, por sus siglas en inglés), contribuyendo a proyectos climáticos designados por la UE. Sin duda, es una oportunidad en la que nuestro sector tendrá ocasión de participar.
La industria es consciente de la imperiosa necesidad de un desarrollo sostenible y ha adoptado ya prácticas que ayuden a la consecución de dicho objetivo. Algunos astilleros líderes mundiales como Lürssen, Oceanco, Benetti, Feadship, Abeking&Rasmussen o Nobiskrug, ya han emprendido acciones como las siguientes:
• Construcción de superyates de propulsión híbrida. El astillero alemán Nobiskrug construyó, ya en 2017, el ‘Sailing Yacht A’, de 143 metros, con sistema de propulsión híbrido.
• Uso de materiales sostenibles como madera certificada FSC, madera orgánica ligera, así como pinturas y materiales de aislamiento ecológicos.
• Tecnologías de propulsión eficientes, no sólo con motivo de motores más eficaces, sino también de mejores diseños de cascos y materiales más ligeros y resistentes, que reducen significativamente la resistencia al agua y aumentan el rendimiento del carburante, reduciendo consumos y emisiones de GEI.
• Tecnologías de ahorro energético como la recuperación de calor o ventanas de cristal de espejo para el aislamiento térmico, reduciendo la dependencia de los sistemas de aire acondicionado.
• Reciclaje y tratamiento a bordo de residuos y aguas residuales, así como la gestión de sustancias químicas peligrosas.
• Introducción de sistemas de gestión de energía que controlan y optimizan su generación, almacenamiento y distribución, maximizando su eficiencia y reduciendo consumos innecesarios.
• Utilización de energías renovables como paneles solares y turbinas eólicas, que capturan la energía térmica y cinética para generar y almacenar electricidad con baterías de alto rendimiento.
Otros importantes ejemplos en astilleros con esloras medias inferiores son ‘Vripack’, que construyó en 2019 un superyate de 46 metros de eslora con un sistema de propulsión eléctrico alimentado por un banco de baterías de iones de litio y ‘Silent Yachts’, que ha generalizado el uso de paneles solares en catamaranes de hasta 120 pies. Varias empresas trabajan en proyectos que apuestan por energías alternativas, como el hidrógeno líquido, que puede convertirse en una opción para lograr un entorno marítimo sostenible, si bien para su almacenaje requiere el desarrollo de tecnología criogénica dada su baja energía de ignición. Las pilas de combustible alimentadas por hidrógeno que se regeneran a partir de metanol están más avanzadas. De hecho, Lürssen presentó un prototipo en 2019, que actualmente está en construcción.
En definitiva, podemos afirmar que la industria de los superyates está liderando toda una revolución verde en el mar y fija el rumbo hacia un escenario que contribuirá a preservar el medio ambiente y los océanos para las generaciones futuras.
Miquel Ángel Serra
Abogado y economista
Socio fundador de LegaLLey+
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